Si nos ponemos a pensar sobre empresas responsables enseguida nos vienen a la cabeza algunas compañías –grandes o pymes- que de alguna manera intentan gestionar proactivament algunos aspectos vinculados a su responsabilidad ante la sociedad.

Si intentamos profundizar en las maneras sobre cómo la RSE puede adquirir un mayor potencial, enseguida afirmaremos que, más allá de políticas públicas y reconocimientos, lo que hace falta es una acción consecuente por parte de los consumidores.

Con el despliegue del paradigma de la RSE la ciudadanía recupera una parte de las responsabilidades cedidas a la administración. Y alguien se resiente de ello: ¿por qué motivo yo ciudadano-consumidor debo tomarme la preocupación de informarme del comportamiento de las empresas? ¿Por que no es la propia Administración Pública la que desarrolla esta función?

La respuesta es muy sencilla si se ha comprendido que es la RSE: la Administración hace leyes que establecen unos mínimos y vela por su cumplimiento. La sociedad construye valores que suponen un horizonte e intenta atraer el comportamiento de las empresas. Esta es la lógica de la RSE: se genera una dualidad absolutamente complementaria, que permite que en el mercado haya muchas empresas que sólo cumplen la ley, mientras que vayan apareciendo de otras que quieran ir más allá de esta.

Si aceptamos que el ciudadano tiene que –¡como deber de ciudadanía por lo tanto!- ser un consumidor informado y otorgamos a sus decisiones de compra un valor de codeterminante de la evolución de las actitudes del mercado y de las empresas y, en último término, del impacto de los mercados y las organizaciones sobre el entorno, entonces convendremos que es necesario acompañar la ciudadanía en esta grávida responsabilidad.

Sin duda que harán falta índices y rankings. Pero no podemos pretender que el ciudadano pase a ser un experto o que deba destinar un tiempo excesivo a consideraciones previas a la compra. 

Por ello, el rol del comercio puede ser fundamental en la generalización de la RS del consumidor. La distribución de mercancías no puede ser puramente una acción logística sino que tiene el potencial para la incorporación de la Responsabilidad Social, tanto en la selección de productos como en la información sobre estos.

El ciudadano –más o menos informado pero sensible y consecuente- querrá acceder a bienes en entornos de distribución que le merezcan la confianza por la selección que han hecho de sus marcas y también por su capacidad de informar sobre las características no solamente de funcionalidad sino también de trazabilidad e impactos generados en su producción y utilización.

La mayoría de espacios de distribución (locales comerciales) todavía tienen dificultades para proveer información cualificada al consumidor que quiere profundizar en el conocimiento del producto. A menudo la formación del dependiente es escasa. Si el interés del ciudadano es crecientemente más amplio y las preguntas e inquietudes pasan a ser más profundas y diversas, parece que aquellas cadenas que hagan de la distribución una interacción cargada de valor añadido se llevaran el gato al agua, se llevarán la confianza de aquellos que queremos una calidad en el servicio que vaya mucho más allá de un trato amable y una garantía de devolución si no quedamos satisfechos.

La semana pasada pudimos intervenir en la presentación del máster en Gestión del Comercio urbano y de proximidad que promueve la Diputación de Barcelona en el marco de la Universitat Oberta de Catalunya. Es una iniciativa para ayudar a técnicos y políticos y darles una visión integral y transversal de lo que significa gestionar el comercio urbano y su entorno y con una orientación a fomentar nuevas visiones sobre cómo establecer estrategias en el territorio, alianzas y partenariados, nuevos modelos de gestión, gestión autónoma de zonas urbanas... Quizás ante la sorpresa de algunos, este máster incluye unas sesiones sobre la Responsabilidad Social en relación con el comercio. 

Es una excelente noticia puesto que el mundo del comercio no solamente debe gestionar como cualquier otra organización su propia responsabilidad directa sino que es un eslabón fundamental para hacer que la RSE se desarrolle cuidadosamente y que el momento de la verdad adquiera este aura mágico no solamente por la consumación de la transacción económica sino por el aumento de la conciencia sobre las consecuencias derivadas.

En más de un foro sobre comercio hemos manifestado y lo volvemos a hacer para acabar esta reflexión: ¿qué sentido tiene que las campañas de promoción del comercio local se basen en el atributo de la proximidad? Es una obviedad que aporta poco. Por otro lado para mucha gente que se mueve en coche puede ser más próximo desde un punto de vista de movilidad una gran superficie comercial que el comercio de barrio... Quizás haría falta desarrollar otros valores y atributos del comercio que permitan construir relaciones de mayor confianza y que aporten un mayor valor a la satisfacción de necesidades.
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Josep Maria Canyelles
Responsabilitat Global

15 de Febrero de 2007 

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RSE y Comercios
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